Respostas
respondido por:
0
La Presunta abuelita
Había una vez una niña que fue pasear al bosque. De repente se acordó que no le
había comprado ningún regalo a su abuelita. Pasó por un parque y arrancó unos lindos
pimpollos rojos. Cuando llegó al bosque vio una carpa entre los árboles y alrededor unos
cachorros de león comiendo carne. El corazón le empezó a latir muy fuerte. En cuanto
pasó, los leones se pararon y empezaron a caminar atrás de ella. Buscó algún sitio para
refugiarse y no encontró. Eso le pareció espantoso. A lo lejos vio un bulto que se movía y
pensó que había alguien que la podría ayudar. Cuando se acercó vio un oso de espaldas.
Se quedó en silencio un rato hasta que el oso desapareció y luego, como la noche
llegaba, se decidió a prender fuego para cocinar un pastel de berro que sacó del bolsillo.
Empezó a preparar el estofado y lavó también unas ciruelas. De repente apareció un
hombre pelado con el saco lleno de polvo que le pidió si podía compartir la cena con él.
La niña, aunque muy asustada, le preguntó su apellido. Él le respondió que su
apellido era Gutiérrez, pero que era más conocido por el sobrenombre de Pepe.
El señor le dijo que la salsa del estofado estaba exquisita aunque un poco salada. El
hombre le dio un vaso de vino y cuando ella se enderezó se sintió un poco mareada.
El señor Gutiérrez, al ver que estaba borracha, se ofreció a llevarla hasta la casa de su
abuela. Ella se peinó su largo pelo y agarrados del brazo se fueron rumbo a la casita del
bosque.
Mientras caminaban vieron unas huellas que parecían de zorro que iban en dirección
al sótano de la casa. El olor de una rica salsa llegaba hasta la puerta. Al entrar tuvieron
una mala impresión; la abuelita, de espaldas, estaba borrando algo en una hoja, sentada
frente al escritorio. Con espanto vieron que bajo su saco asomaba una cola peluda. El
hombre agarró una escoba y le pegó a la presunta abuela partiéndole una muela. La
niña, al verse engañada por el lobo, quiso desquitarse aplicándole distintos golpes.
Entre tanto, la abuela que estaba amordazada, empezó a golpear la tapa del sótano
para que la sacaran de allí. Al descubrir de donde venían los golpes, consiguieron unas
tenazas para poder abrir el cerrojo que estaba todo herrumbrado. Cuando la abuela
salió, con la ropa toda sucia de polvo, llamaron a los guardas del bosque para contar
todo lo que había sucedido.
Había una vez una niña que fue pasear al bosque. De repente se acordó que no le
había comprado ningún regalo a su abuelita. Pasó por un parque y arrancó unos lindos
pimpollos rojos. Cuando llegó al bosque vio una carpa entre los árboles y alrededor unos
cachorros de león comiendo carne. El corazón le empezó a latir muy fuerte. En cuanto
pasó, los leones se pararon y empezaron a caminar atrás de ella. Buscó algún sitio para
refugiarse y no encontró. Eso le pareció espantoso. A lo lejos vio un bulto que se movía y
pensó que había alguien que la podría ayudar. Cuando se acercó vio un oso de espaldas.
Se quedó en silencio un rato hasta que el oso desapareció y luego, como la noche
llegaba, se decidió a prender fuego para cocinar un pastel de berro que sacó del bolsillo.
Empezó a preparar el estofado y lavó también unas ciruelas. De repente apareció un
hombre pelado con el saco lleno de polvo que le pidió si podía compartir la cena con él.
La niña, aunque muy asustada, le preguntó su apellido. Él le respondió que su
apellido era Gutiérrez, pero que era más conocido por el sobrenombre de Pepe.
El señor le dijo que la salsa del estofado estaba exquisita aunque un poco salada. El
hombre le dio un vaso de vino y cuando ella se enderezó se sintió un poco mareada.
El señor Gutiérrez, al ver que estaba borracha, se ofreció a llevarla hasta la casa de su
abuela. Ella se peinó su largo pelo y agarrados del brazo se fueron rumbo a la casita del
bosque.
Mientras caminaban vieron unas huellas que parecían de zorro que iban en dirección
al sótano de la casa. El olor de una rica salsa llegaba hasta la puerta. Al entrar tuvieron
una mala impresión; la abuelita, de espaldas, estaba borrando algo en una hoja, sentada
frente al escritorio. Con espanto vieron que bajo su saco asomaba una cola peluda. El
hombre agarró una escoba y le pegó a la presunta abuela partiéndole una muela. La
niña, al verse engañada por el lobo, quiso desquitarse aplicándole distintos golpes.
Entre tanto, la abuela que estaba amordazada, empezó a golpear la tapa del sótano
para que la sacaran de allí. Al descubrir de donde venían los golpes, consiguieron unas
tenazas para poder abrir el cerrojo que estaba todo herrumbrado. Cuando la abuela
salió, con la ropa toda sucia de polvo, llamaron a los guardas del bosque para contar
todo lo que había sucedido.
Perguntas similares
6 anos atrás
6 anos atrás
6 anos atrás
8 anos atrás
8 anos atrás
8 anos atrás
9 anos atrás
9 anos atrás