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Desde que los cambios jurídicos que implican la violencia doméstica y familiar se han alterado, que también la visibilidad y la denuncia del problema han aumentado. También la implicación de las personas que, lamentablemente, tratan con estos casos con frecuencia se modificó, habiendo una mayor preocupación, atención y cuidado en los casos conocidos.
La violencia doméstica o familiar no debe ser ignorada en ninguna circunstancia, ya sea física o de cualquier otra forma, involucrando a niños o adultos. Por encima de todo, se trata de una cuestión de salud (física y mental) de otro ser humano. A largo plazo, el resultado del trauma causado por un ambiente familiar violento es evidente en la práctica clínica, donde es posible verificar que las víctimas de esta violencia tienden a repetir patrones o, en muchas situaciones, a crear creencias disfuncionales, tanto personales como familiares.