Vas a leer la crónica de Juan Villoro, presente en el libro Tiros libres: el fútbol en cuentos, poemas y crónicas. Formula hipótesis: iquién es ese hombre que murió dos veces? Cuál es la causa de las muertes?
EL HOMBRE QUE MURIÓ DOS VECES
En ocasiones, el tiempo del futbolista se cumple tan cabalmente en la cancha que su vida fuera de ella semeja una borrosa posteridad. El reloj de la reputación no siempre se ajusta al de la biología.
EI 8 de abril de 2000 murió Moacir Barbosa, primer portero negro de la selección brasileña. Unas 30 personas se acercaron a velar el ataúd cubierto por la bandera del desaparecido equipo Ypiranga. Poco antes de que el féretro fuera trasladado al cementerio, un directivo del Vasco de Gama llevó una bandera del club de la franja negra.
En un pais donde los futbolistas alcanzan el rango de semidioses, Moacir Barbosa fue despedido como un fantasma. Poco importó que el portero hubiera contribuido a darle cinco titulos de la liga de Río y un titulo de Sudamérica al Vasco de Gama. Su tragedia se cifró en un instante del que no podría recuperarse.
La escena ocurrió el 16 de julio de 1950. El recién inaugurado Estadio Maracanä reunió a doscientos mil fanáticos-para la final de la Copa del Mundo entre Brasil y Uruguay. De acuerdo con el reglamento de entonces, el equipo sede le bastaba un empate para levantar el trofeo. Los periódicos de Brasil ya tenían listos los titulares del dia siguiente con desaforados vitores para la oncena verde amarilla. Por su parte, Jules Rimet, inventor de los mundiales, llevaba un discurso en el que elogiaba la destreza de los futbolistas cariocas y la calidez de su público. Aquellas palabras no abandonaron el bolsillo de Rimet
Más de medio siglo después, millones de brasileños recuerdan el partido. Incluso quienes no lo vieron conocen el episodio que paralizó a un pais. Brasil comenzó ganando, con un gol de Friaça, y la torcida pensó que los suyos conquistarían la primera copa de su historia.
Cuando Schiaffino anotó para Uruguay, el gozo se mitigó sin apagarse del todo: el empate disminuía la épica pero bastaba para que Brasil saliera campeón. Un lance de muerte decidió el partido: Ghiggia lanzó un tiro cruzado y Moacir Barbosa, guardameta curtido ante las roscas más sofisticadas del planeta, viajó en pos del balón. La subjetividad de los héroes no siempre tiene que ver con la realidad. El último hombre de Brasil tocó la pelota y se desplomó con alivio en el pasto sagrado de Maracaná. Estaba seguro de haber desviado el tiro de Uruguay. El silencio lo devolvió a un país de espanto donde lo observaban doscientos mil espectadores mudos. La pelota estaba en las redes. Uruguay se había puesto 2 a 1.
En la película que narra la vida de Rey Pelé, este es el momento en el que el joven león se lanza sobre el radio y lo golpea entre sollozos. Brasil perdía en su propia cancha, contra todos los pronósticos. La historia de Pelé iba a ser, en buena medida, la historia de una enmienda.
Sus más de mil goles estarían destinados a corregir el que no pudo detener Moacir Barbosa.
En su relato "Un minuto de ausencia", François Bott recuerda el triste lance de Luis Arconada, guardameta
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me desculpe é um ótimo texto mas não sei explicar
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