En un mundo globalizado y conectado, la noción de belleza se democratiza; el canon impuesto desaparece frente a un nuevo paradigma que habla, más que de seguir un ideal concreto, de expresión personal.
A la modelo Lauren Hutton la despidieron de su papel como embajadora de la firma Revlon cuando tenía 41 años. Eran los ochenta del pasado siglo y los ejecutivos de la compañía consideraron que a una mujer de esa edad solo le quedaba jubilarse. Ironías de la industria y un giro radical en la sociedad han hecho que ahora, a sus fabulosos setenta y tantos, encadene un contrato tras otro. Su caso no es único y los perfiles rechazados durante décadas ahora son por fin celebrados por el sector. La diversidad –en razas, tallas, edades o identidades de género– es un hecho. También, claro, un recurso explotado por el marketing. Pero la representación importa, las imágenes construyen realidades y lo que no se ve, no existe. «Yo no crecí viendo a alguien con quien pudiera identificarme en los medios», dice Nidhi Sunil, portavoz de L’Oréal Paris. Ahora es imagen de una de las firmas más famosas, pero cuando era niña en India su piel oscura no encajaba. «Es importante que la gente se dé cuenta del alcance y el impacto que tiene en los jóvenes», añade.
El concepto de la belleza se ha transformado en los últimos diez años con más rapidez de lo que lo hizo en los cien anteriores. La aceleración, que no es única de este campo, ha redirigido la conversación hacia la individualidad, mientras suprime, por primera vez en la historia, el ideal al que aspirar. «El canon de belleza ha desaparecido», defiende la periodista y autora de The New Beauty, Kari Molvar. «Ya no existe un estándar único y la propia definición de qué es bello cambia constantemente. Las apariencias ya no están totalmente dictadas por lo que la sociedad nos dice que es bonito, sino por lo que nosotros, como individuos, elegimos expresar y la historia que queremos contar».
Ahí radica el cambio: en entender la belleza como expresión creativa. No es la primera vez que sucede y es imposible olvidar a personalidades como David Bowie, Boy George o Prince, pero ahora esa libertad está al alcance de cualquier adolescente.
Escribía Umberto Ecco en su Historia de la belleza (2004) que «han sido los artistas, los poetas, los novelistas los que nos han explicado a través de los siglos qué era en su opinión lo bello». Pero el italiano publicó su libro solo unos meses después de la aparición de Facebook, cuando ni su creador Mark Zuckerberg podía imaginar la influencia que tendrían las redes sociales en la percepción del mundo y en la democratización de los mensajes. No todo reluce. En España los jóvenes de entre 16 y 24 años, que están moldeando aún su gusto, pasan de media diaria una hora y 42 minutos exponiéndose al algoritmo de las redes, según el último estudio. Frente a una emancipación del canon surge una generación que sucumbe a la esclavitud del filtro. Según el estudio Proyecto de Autoestima de Dove, con 13 años un 72% de las niñas ya ha utilizado alguno para modificar su apariencia en las fotografías. Además, estas distorsiones digitales se han convertido en algo cotidiano para casi la mitad y una de cada cuatro «no se ve suficientemente bien si no se edita.
1) A partir de la lectura del texto, ¿cómo podemos definir la belleza hoy?
2) ¿De qué trata el texto?
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1) A partir da leitura do texto, como podemos definir a beleza hoje?
2) Sobre o que é o texto?
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